viernes, 3 de julio de 2009

Cumplido plan 13: "El Sentimiento de la Montaña": Capítulos VIII y IX, y fin.

De ¿Viviendo o escapando?



Terminé el libro hace ya un par de semanas, pero la acumulación de planes durante las mismas ha hecho que hasta ahora no haya podido escribir la entrada definitiva de la obra que me ha ocupado los últimos cinco meses. Si, mucho tiempo, pero es que este es de esos libros que, si gustan, más que leerse se masca cada línea del mismo, en vez de engullirlo a párrafo limpio sin masticar.

El capítulo VIII, "Las Grandes Cordilleras", habla de las más extraordinarias aventuras alpinas en los más grandiosos escenarios montañeros del planeta: Los Himalayas. Desde las primeras exploraciones e intentos de conquistas ochimilistas por Luis Amadeo de Saboya, Duque de los Abruzos (en una época antediluviana, técnicamente, para tales gestas) a los impresionantes logros del increíble Reinhold Messner, pasando por la epopeya de la primera conquista de un ochomil, el Annapurna, cuya crónica, especialmente el descenso, resulta una aventura tan extrema que roza la tragedia épica, y en la cual fueron protagonistas personalidades fundamentales de la historia del alpinismo como Maurice Herzog, Louis Lachenal, Gaston Rebuffat y Lionel Terray.

Aunque las historias narradas en este capítulo son emocionantes y asombrosas en altas dosis, los sentimientos plasmados por sus protagonistas tienden a un nivel de experiencia y entendimiento en el que a mí, personalmente, me cuesta profundizar; al menos, sin leer íntegramente los textos o libros de los que provienen esos estractos: Por ejemplo me pasa con Messner. Entiendo que esas vivencias trascienden lo extremo; sobrepasan el límite de lo entendido como "posible", y por tanto juegan con lo que para cualquier persona, quizás incluído Messner, está más allá de la probabilidad de volver con vida. Así que los sentimientos a los que se llega, sólo quien los vive los puede entender plenamente.

Sin embargo, sí hay un texto, en el subtítulo "Visiones sosegadas", con el que me puedo sentir más identificado, o al menos entender mejor, escrito por el explorador Tom Longstaff: "La felicidad parece ser una excelente amiga de quienes han aprendido a vivir con intensidad cada uno de los momentos de la existencia, y nadie tiene tan copiosas oportunidades de ser maestro en este arte como el viajero. Instalar el campamento cada noche proporciona el renovado encanto de tomar posesión de una nueva casa. Alcanzar la meta es algo de importancia puramente secundaria y el viajero no debe precipitar el término de su viaje. Si logra abstraerse de sí mismo y se dispone a percibir con todos sus sentidos los encantos del escenario que en cada momento le rodea, casi todos los lugares del mundo le parecerán igualmente hermosos... Llegaremos a la convicción de que somos una diminuta partícula del Universo y no sus monarcas".

El Capítulo IX, "La Mirada Actual", trata fundamentalmente de conciencia, de compromiso, de responsabilidad: la conservación de los paisajes montañosos frente a la desnaturalización antrópica, turística y montañera; pero también el peligro de una sobreprotección que impida la libertad de poder obtener de las montañas precisamente esas satisfacciones propias de lo inhóspito que se quieren conservar; Si se impide dicho disfrute, ¿con qué objeto se proteje (entendiendo que dichas actividades, por definición, son respetuosas con el medio cuando no se masifican)? En definitiva, el impedir quitarnos a nosotros mismos nuestro derecho natural a vivir la naturaleza, como pago por habernos convertido en seres tan extremadamente artificiales.

Texto del libro (entiendo que de los propios autores, al no estar citado): "Hay gentes que hacen un viaje y llegan a su destino sin haber logrado salir de su lugar de origen. Y, si en un momento se percatan de ello, exigen que este nuevo sitio se convierta inmediatamente en algo idéntico a ese lugar de origen. En vez de admirar lo diferente, quisieran, por comodidad física y anímica, hacerlo igual a sus esquemas; en vez de impregnarse de lo distinto, lo contagian de sus costumbres y, cuando acuden a un lugar en oleada, lo cambian a su semejanza. El beneficio del verdadero viaje se disipa y el maleficio de ciertas conductas y de ciertos espacios de partida se extiende a los de llegada".

Como conclusión final de todo el libro, debo destacar, por encima del enorme valor documental de los hechos, personalidades y textos recopilados, la sensación general de estar leyendo una historia única, sólida, y protagonizada por un hilo conductor coherente que va adquiriendo familiaridad para con el lector: el propio sentimiento de la montaña, que impregna cada párrafo del libro y se va explicando a sí mismo según vamos viajando por la historia del alpinismo, logrando además transmitir la emoción y el afecto que todo personaje protagonista de un libro requiere. No es, por tanto, una mera compilación, sino un texto casi biográfico. Eso sí, es un libro "llave", que parece abrir las puertas de los muchos textos de los que bebe, o al menos invita a ello. Y como yo me siento invitado, próximamente publicaré una entrada con los libros hacia los que esta obra me ha abierto el apetito...

...Pero, y al margen de esa entrada, de momento lo que se tercia es leer otras cosas, que no sólo de montaña vive el hombre. Ya me he puesto a ello con el libro de relatos cortos de humor "Sin Plumas" de Woody Allen...

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