miércoles, 9 de septiembre de 2009

Cumplido plan 37: "Amelie"

De ¿Viviendo o escapando?


Efectivamente, tal y como decía en la anterior entrada, ver ésta joya del cine moderno fue lo mejor que pude hacer ayer por la tarde. Difícilmente podía haber aprovechado mejor ese tiempo. Y aún hubo un instante anterior a escribir dicha entrada en el que sentía que no me acababa de apetecer...

Y es que parece un milagro lograr que un argumento tan esencialmente sencillo y cotidiano se convierta el algo tan elaborado y de desarrollo casi apoteósico. La historia está contada con un magistral y brillante ritmo en cada escena, como si fuera un corto, como si se fuera a acabar en cada secuencia, pero lejos de apabullar, engancha. Las ideas, como en toda película de Jean Pierre Jeunet, son muy ingeniosas, llenas de sagacidad y humor. La belleza estética rebosa por los cuatro costados, no sólo por la cuidada técnica, sino por una fotografía y una dirección artística que denotan muy buen gusto; vamos, que da gusto ver cada plano. Y las actuaciones son muy buenas; cada personaje de las muchas pequeñas historias dentro de la historia queda perfectamente retratado con pocas explicaciones, y sus personalidades son muy características; por supuesto, en el centro de todo está la deliciosa interpretación de Audrey Tautou, que logra recrear un personaje ya probablemente inolvidable para la historia del cine.

Lo que consigue transmitirme la película es optimismo y positivismo, a pesar de partir de premisas argumentales que, si bien son tratadas con humor, no son precisamente muy halagüeñas. Muchas de las miserias de la vida cotidiana son mostradas con lucidez, utilizando apenas sutiles gestos para hacer comprender al espectador aspectos psicológicos con los que resulta fácil empatizar. En cualquier caso, es una de esas películas que me dejan un regusto final muy dulce, y por lo tanto no se arrepiente uno de no haber echo otra cosa esa tarde: la apatía que me llevaba por momentos a no querer ver la película, quedó mágicamente sustituída por una inyección de ánimo.

Y he aquí la clave de todo, según la historia: de lo que hay que escapar para encontrar la felicidad es del mundo interior. O acaso hay que buscar en el mundo real aquello que se parezca lo máximo posible a nuestro mundo interior, pero sin quedarnos encerrados en él, sin dejarlo relegado a una eterna ensoñación no cumplida. O trasladar nuestro mundo interior al exterior (Amélie lo hace para hacer felices a los demás). No dejar de ser uno mismo, pero tampoco dejar de mostrarlo al mundo... Qué fácil parece todo en el cine (aun a pesar de lo que le cuesta a Amélie decidirse finalmente)...

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