sábado, 17 de abril de 2010

Cumplido plan 62: Escaladas en los Alpes.

"(...) por muy esquiva que sea la felicidad, a veces se la puede sorprender tomando el sol en irreales riscos de granito."


Valor alpinista

Creo que leyendo este libro resulta difícil juzgar con precisión (al menos para mi, con mi modesto nivel montañero) el mérito histórico de los logros alpinistas de Albert Frederick Mummery (1855-1895). Principalmente porque, tal y como él los narra, no parece que sea el único o principal protagonista de entre los compañeros de cordada con los que realizaba sus ascensiones. No sé si es una actitud humilde o modesta, o realmente él pasó a la historia como el más grande de su momento debido a que él fue precisamente quien escribió aquellas hazañas, aunque las compartiera con otros. Ni siquiera se presenta a si mismo como impulsor de aquellos proyectos, o no al menos de manera tan patente como el liderazgo de Edward Whymper en su afán de conquista del Cervino unos años antes. Así al menos lo he percibido yo. Tal vez indagando más en otros escritos (no suyos) o documentos, se pueda tener una idea más exacta de su importancia individual. Lo que es cierto es que casi todos los "personajes" de esta recopilación de historias reales parecen auténticos líderes equitativos en importancia.

De lo que no cabe duda es de que estamos hablando de un pionero, de alguien que, juto a sus acompañantes, cambió la forma y filosofía de subir montañas. Aquellas fueron las primeras escaladas de dificultad, de IV grado o más. Y sobre todo, era la primera vez que lo importante no era la cima, sino la vía y lo osado de enfrentarse a ella, de buscar el acceso que supusiera una verdadera superación.

Entiendo que para un escalador actual, incluso a nivel aficionado, tiene que resultar curioso leer relatos en los que se explican por primera vez, con la pureza y candidez del descubrimiento, conceptos que ahora ya están tan tecnificados y consabidos. Por ejemplo, a un aficionado al boulder le debe hacer gracia eso de que escalar por un techo de roca le hiciera a Mummery sentirse como una mosca.

Reconozco que a mí me ha resultado dificil ponerme en situación, entrar en la comprensión de la a veces exhaustiva descripción de cada roca, cada cornisa, cada nevero y cada paso dificil. Pero creo que hay momentos en los que imaginar las escenas pone los pelos de punta. Era la primera vez que se intentaban determinados tipos de pasos, y eso le da un aire de inverosímil o surrealista a cosas que, hoy en día, ya se llevan dominando desde entonces (más de un siglo). En esos fragmentos es francamente impresionante.


Valor literario

El primer valor que hay que indicar aquí es el inherente a todos los libros sobre alpinismo: En realidad es literatura de aventuras, con dos particularidades: Por un lado son hechos reales, y por otro el objetivo es la aventura en si misma; no hay nadie a quien rescatar, ni tesoros que buscar, ni malos de los que huir; es aún más romántico: el inútil pero bello reto del enfrentamiento a la naturaleza, en un entorno grandioso reservado a unos pocos privilegiados, pero que los demás vamos a poder evocar gracias a los escritos de aquellos. Mayor es el valor si tenemos en cuenta que se trata, como dijimos antes, de ascensiones pioneras, cuya realización hoy está trivializada por las técnicas actuales: no sólo fueron gestas inéditas entonces, sino que son irrepetibles ahora; su narración es un documento muy valioso.

Dicho esto, creo que el estilo de Mummery me ha resultado demasiado sobrio y técnico como para producir placer literario romántico o apasionado, salvo en momentos muy concretos. Únicamente su refinado sentido del humor, irónico, inglés, me ha hecho disfrutar por encima de la media. Y es curioso, porque decía en la entrada preparatoria del plan que antes me apetecía haber leído alguna novela cómica; bueno, pues con este libro me he reído bastante.

Como ejemplo de uno de los pocos momentos de evocación poética que he encontrado, cerraré la entrada con esta reflexión del autor -acompañada por versos- en la Aguja de los Charmoz (Chamonix - Mont Blanc):

"Para mí, el verdadero culto (en las cimas) es tumbarse con los ojos medio cerrados al sol y dejar que el paisaje

como una dulce y seductora melodía,
tan dulce que no sabemos que la estamos escuchando,

nos envuelva con suave deleite hasta que, indiferentes al bullicioso mundo, casi hayamos llorado...

Juremos solemnemente...
...vivir en los montes, recostados
como los dioses, lejos de la humanidad".

3 comentarios:

  1. Muy interesante. Me ha gustado sobre todo el poema final. ¿Podría ponerlo en una entrada de mi blog?

    También me gusta mucho esta frase: "(...) por muy esquiva que sea la felicidad, a veces se la puede sorprender tomando el sol en irreales riscos de granito."

    ¿Es de Albert Frederick Mummery?

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  2. Todo lo que está entre comillas y en cursiva está sacado del libro, escrito por tanto por Mummery; eso sí, los versos incluídos en la cita final deben ser de algún poema que no es suyo, pues en el propio libro están en cursiva.

    Cógelo si quieres, pero no sé hasta qué punto es legal lo que hago yo mismo de transcribirlo sin pedir permiso a la editorial... (que no se entere nadie, ¿eh?) ;)

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  3. Creo que es legal reproducir algún breve fragmento, siempre que cites la fuente, así que, en principio, ningún problema.

    Le dedicaré una entrada a estos versillos... Gracias. Lo que estoy aprendiendo en este blog!

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