sábado, 30 de octubre de 2010

"Casi" cumplido 95: Canto del Berrueco



Pues sí, podemos decir que nos faltó el canto de un berrueco para cumplir enteramente el plan. Pero también es justo precisar que lo que faltó es probablemente lo más interesante, el mayor aliciente, incluso la razón por la que me atrajo esta peña el año pasado: la trepada final a la cumbre. E igualmente hay que añadir que pocas veces un "no cumplido" ha resultado tan satisfactorio, debido a lo bien que resolvimos, en general, la ruta completa, que tenía su enjundia.



Contando con transporte público, los horarios de autobuses nos obligaron a ir más justos de tiempo de lo que yo había calculado; sabía que no sobraba demasiado, pero no que fuésemos a tardar tanto, aunque también es justo decir que el autocar llegó con media hora de retraso a La Adrada (en el Valle del Tiétar, al sur de Ávila).





El itinerario de subida consistía en unos 6 kilómetros de aproximación por carretera y caminos, unos 3 kilómetros fuera de traza (según el mapa, y en general así fue) por terreno agreste, y la trepada final por la inclinada pared rocosa del Canto; de los 1200 metros totales de desnivel desde el pueblo de La Adrada, nos faltó poco menos de 100 (según el mapa) para hacer cima, y nos conformamos con acceder a la cuerda de Gredos por el collado al noroeste de la cumbre.



En toda la parte de la aproximación por caminos quizá nos lo tomamos con más tranquilidad de la que habría sido necesaria. Pero luego el terreno agreste y prácticamente sin traza se nos dio muy bien. Al ser una zona boscosa, bastante espesa, apenas teníamos referencia visual del paisaje general, lo que sin caminos puede ser propicio para perderse sin dificultad, pero supimos orientarnos y tomar las decisiones acertadas sin perder casi tiempo, y eso que la incomodidad y dureza del terreno por momentos se hacía algo cansina. Eso sí, luego encontramos, cerca ya de la base del Canto, una traza de senda no indicada en el mapa, que sería bueno saber dónde se coge, para hacer más rápido y cómodo el acercamiento la próxima vez.





Saliendo ya del bosque, llegados a la altura del lugar donde está hecha la primera foto de esta entrada, y por tanto con el Canto del Berrueco perfectamente a nuestra vista, advertimos que el tiempo se nos echaba encima. Eran cerca de las 15:00, y yo había calculado, en el peor de los casos, comenzar a bajar desde la cima a las 16:00, con lo que luego tendríamos más o menos 2 horas y 45 minutos para llegar a Sotillo de la Adrada o Santa María del Tiétar (distinto recorrido de bajada, todo el rato por caminos) y no perder el último bus.





Es decir, que teníamos como mucho una hora para hacer cima desde ese punto de la primera foto. Por delante, unos 300 metros de desnivel de subida sin traza de senda (aunque ahora con hitos), por terreno inclinado - ondulado (con varias pequeñas vaguadas), alternando canchales y piornal, y luego cerca de 100 metros más de subida por roca con algo de trepada. Era difícil tomar la decisión de aventurarse a seguir subiendo, pues si en tal terreno irregular se nos daba mal la progresión, sencillamente se nos haría tarde sin remedio. Había que saber acertar con el momento adecuado para rectificar, o bien darse la vuelta, o bien renunciar a la trepada a la cima subiendo directamente al collado antes mencionado. Yo pensé que si empezábamos a subir hacia la base de la peña y veíamos que esa hora de que disponíamos se iba consumiendo demasiado rápido, habría que darse la vuelta y volver de nuevo a La Adrada. Al menos merecía la pena comprobarlo, empezando a subir antes de rendirnos definitivamente; pero la verdad es que daba la sensación de que era demasiado...





Pero lo cierto es que los 300 metros de subida hacia la base del Canto se nos dieron muy bien. Estuvimo situados al pie de la cara oeste unos 30 minutos después, con la otra mitad de la hora disponible para plantearnos o no la trepada. Estábamos justo enfrente de la canal que año y medio antes había visto desde la cuerda del Cerro Escusa, en aquella travesía por la Sierra del Valle que ya reflejé en este blog en su momento. La canal tenía buena pinta, apetecía afrontarla, era la culminación de la ascensión, parecía asequible y al mismo tiempo vistosa...



...Pero no podíamos tener la seguridad de que realmente fuésemos a ser capaces de treparla; ya sabemos que este tipo de cosas no siempre son iguales cuando se ven desde abajo que cuando te metes en ellas, aparte de que no veíamos toda la chimenea. Y claro, con sólo media hora de margen (en el mejor de los casos), si se hubiera dado el caso de, a mitad de la canal o más arriba, tener que volver a bajar, entonces ya sí que podríamos quedarnos sin margen para bajar a tiempo al autobús. Con más tiempo, se podría haber tanteado, y en caso de no poderse o no atrevernos, no habría pasado nada por destrepar y cambiar de ruta. Y, también es verdad, es bastante probable que si hubiésemos superado la canal sin dificultades importantes, nos habría dado tiempo a bajar igualmente desde la cima, según lo planeado. Pero no lo sabíamos con total certeza. Hubo que tomar la decisión de rectificar y seguir al collado.



Pero ya digo que la sensación era satisfactoria. Por un lado, toda la exploración de la zona sin traza de caminos en busca de la cara oeste del Canto del Berrueco era un aliciente en si mismo y salió muy bien, y por otro, a pesar de lo ajustado del tiempo no nos echamos para atrás hasta estar en la misma base de la canal, momento en el que creo que fuimos sensatos al no verlo absolutamente claro (a pesar de la apariencia). Es decir, que buena parte de la exploración está hecha, y ya sólo queda volver con más tiempo, hacer la aproximación sin las dudas del desconocimiento de la primera vez (o sea, más rápido) y, eso sí, contar con otro día (viernes o fin de semana) en el que el último autobús sale dos horas más tarde, con lo que ya hay tiempo de sobra. Eso sí, ya habrá que dejarlo para la próxima primavera, por lo menos, debido al horario de invierno.



No acaba aquí la cosa, pues también la bajada tuvo su intríngulis. Estuvimos en el collado noroeste del Canto a las 16:00, por lo tanto con el margen de tiempo calculado inicialmente para bajar pero, recuerdo, en el peor de los casos; es decir, que seguíamos teniendo el tiempo pegado al c... La ruta varió un poco con respecto a la idea inicial, pues desde la cima habríamos bajado por la cuerda al collado contrario (al este), y desde ahí ya para abajo por la vertiente sur de Gredos. Sin embargo, desde este otro collado consideramos más rápido seguir por un camino de la vertiente norte hasta el Puerto de Casillas. Sea lo que fuere, sin la seguridad de si nos iba a dar tiempo, hicimos toda esa bajada hasta Santa María del Tiétar (11 kilómetros, 1000 metros de desnivel) sin parar en esas cerca de tres horas (a las que hay que unir la hora final de subida), salvo para coger agua en una fuente; yo contaba con el recuerdo de los atajos entre el Puerto de Casillas, el pueblo de Casillas y el de Santa María, precisamente de la excursión antes mencionada del año pasado, pero sobre todo de hacer la descripción de aquella ruta para Pirineos 3000, y pudimos permitirnos el lujo de bajar por esos atajos sin sacar el mapa, como quien conoce los caminos de toda la vida. Mi único error en alguna bifurcación fue, afortunadamente, ya en las calles de Santa María. Por otro lado, aunque obviamente no bajamos despacio, tampoco fuimos a toda leche, lo que habría sido agotador durante tanto tiempo sin parar. Nos sobraron 10 minutos. Fue otro motivo de satisfacción por lo bien que lo calculamos. Y se demostró nuevamente que la renuncia a la trepada final fue como mínimo sensata (quién sabe si crucial).



Al margen de todo lo anterior, nuevamente nos vimos en la disyuntiva que ya he comentado en otras ocasiones: ¿ir rápido o disfrutar del lugar? En esta ocasión no pudimos elegir demasiado, sobre todo a partir de la zona agreste y sin caminos, pero lo cierto es que esta época en la que el otoño empieza a mostrar esos colores tan vivos y característicos, y la propia vida natural se muestra en una especie de segunda primavera, bien merece caminar con más calma, y más en esta zona repleta de robledales de melojo y castañares. En cualquier caso, aún no se ha llegado por aquí a la plenitud de esos colores, y por tanto en pocas semanas habrá mejores ocasiones para ese otro tipo de disfrute.





Sea lo que sea, queda pendiente el plan del Canto del Berrueco para el futuro...

2 comentarios:

  1. Si me avisas con tiempo de cuando vayas a intentarlo, me apunto!

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  2. Lo de avisarte dalo por hecho, Paúl. Lo de que sea "con tiempo" se intentará, pero en mi caso ya es más improbable que decida con antelación el día más adecuado... con los planes montañeros me pasa lo que a Indiana Jones, ya sabes... ;) Eso sí, por de pronto, como ya he dicho, creo que hasta el año que viene, con horario de verano, no será...

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