sábado, 18 de diciembre de 2010

Cumplido 103: "Tiempos modernos" (Charles Chaplin, 1936)



Cuando me propuse este plan mi única intención, además de disfrutar de un rato de buen cine, era la misma que con "Con la muerte en los talones" y "Encuentros en la tercera fase": revisitar una de mis películas favoritas de mi infancia, para comprobar cómo había afectado el paso del tiempo en mi disfrute de la misma. No buscaba intencionadamente relacionar esta película con el momento actual.

Porque Charles Chaplin estrenó en plena crisis económica de los años 30 del siglo XX esta sátira sobre el poder idiotizante del progreso sobre los trabajadores , y una vez vista la película, me pregunto qué efecto tendría que en la actualidad se realizase un film tan impactante sobre el tema como lo pudo ser éste en su día. Aunque claro, el problema actualmente está más que manido; da la sensación de que tanto hablar de lo mismo ha llevado, por aburrimiento, a aceptar lo contrario, incluso aunque nuevamente haya vuelto a fallar el sistema. También es verdad que la película no habla de nada que no se hubiera dicho antes, lo que pasa es que logra, con tanta sencillez, hacer universalmente comprensible el mensaje, que incluso 74 años después sigue llamando la atención.

Desde luego, no creo que cuando vi la película por primera vez hace más de 20 años llegase a tanta reflexión. Pero me imagino que algo debió quedar, con mayor o menor consciencia... ese símil inicial del rebaño de ovejas con la masa de trabajadores saliendo del metro...

En fin, poco logro recordar sobre si me reí más o menos entonces o ahora con la película (que no deja de ser, principalmente, cómica), sólo sé que, de todo el cine antiguo, las películas de Chaplin eran las que más me gustaron siempre. Y, desde luego, muy pocas veces me veo, como en esta nueva ocasión, tan pendiente de cada escena, de cada plano... no me deja oportunidad casi de pestañear: qué ritmo, qué expresividad, qué manera de enganchar al espectador... Eso es para mí el cine de verdad, el que, practicamente sin diálogos, dice tanto.

No voy a entrar más en un amplio ánalisis de la película, porque es tan mítica que no me atrevo con ella, se me queda muy grande. Sólo añadir que Chaplin era un verdadero artista, en todos los sentidos, no sólo por su versatilidad de disciplinas (en esta película, como en tantas otras, es actor, director, guionista, compositor de la banda sonora...), sino sobre todo por su espíritu: transmitir un mensaje social serio no estaba para él reñido con la posibilidad que la risa ofrecía de olvidar por un momento esos mismos problemas.

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