jueves, 6 de diciembre de 2012

Pura vida (Pablo Iraburu y Migueltxo Molina, 2012)


El viernes 23 de mayo de 2008, después de llegar a casa por la tarde, enseguida me conecté al foro de Internet de Sistema Central, con el objeto de informarme acerca de la meteorología y condiciones para la Sierra de Guadarrama al día siguiente, pues tenía pensado hacer alguna excursión. Pronto advertí un detalle, una foto del alpinista navarro Iñaqui Ochoa de Olza con un mensaje: D.E.P. A partir de ese momento, la rutina y normalidad del día quedaron  para mí como en un segundo plano.

Reaccionando al shock inicial, entré en el hilo que el himalayista de élite, haciendo gala de su sencillez y generosidad, había abierto meses atrás por iniciativa propia en este foro para compartir sus experiencias y opiniones con los usuarios del mismo. En este mismo hilo se estaban ofreciendo y comentando todos los detalles de su expedición al Annapurna, desde que ésta comenzó un mes antes de la fatídica fecha, incluyendo algún mensaje del propio Iñaki al foro, pues éste ya consideraba a muchos de sus participantes prácticamente como amigos, aun a pesar del exclusivo conocimiento “virtual”. Por falta de tiempo, yo apenas había tenido ocasión de seguir por encima la evolución de la expedición al principio, y para cuando pude enterarme de su desenlace, lo peor ya había ocurrido. Para informarme de cómo habían tenido lugar los hechos, fui mirando los mensajes del foro en orden inverso, pasando por momentos verdaderamente impactantes ante la consternación de los “foreros”, hasta llegar a algún punto a partir del cual pudiera entender la situación. Este fue mi medio de información ante una tragedia tristemente histórica para el alpinismo; a pesar de que el intento de rescate había durado varios días, antes no leí noticias, ni lo vi en televisión -como en el propio foro indican, y salvo excepciones, los medios estaban más preocupados por el fútbol o rutinas similares, al menos hasta el momento de la muerte, palabra mágica que hace que el alpinismo, de repente, sea de interés general-.

Tanto si la fuerza de la naturalidad con que se expusieron los hechos en el foro tuvo que ver en ello como si no, aquello me marcó como pocas veces antes lo había hecho un suceso del mundo del alpinismo. Y cuanto más reparaba en todo lo ocurrido, más me costaba comprender cómo podía haber pasado tan relativamente desapercibida la noticia hasta casi el momento de la tragedia. Principalmente, por lo que estaba preparándose en torno al rescate: Una de las operaciones más audaces, valientes, generosas y reconciliadoras con el ser humano que podría nadie imaginar. Una verdadera lección de solidaridad en tiempos de egoísmo. Sobre lo que hubo detrás de aquello, y sobre las personas que hay a su vez detrás de los participantes en el rescate, nos habla ahora el documental “Pura vida / The ridge”, actualmente en cartel, aunque en cines muy seleccionados (concretamente, en los Golem).

Quizá el documental no es tan sobrecogedor como la propia lectura del foro de Sistema Central, o como el reportaje que se hizo en el programa de televisión “Informe Robinson”, pero no tocaba ya dramatizar más sobre el tema, y considero un acierto el que sus realizadores hayan huido del uso innecesario de las emociones, lo que por otro lado es una muestra de respeto y de buen gusto, un poco al hilo de lo que comentaba en la entrada anterior acerca de la película “Nordwand”. Al contrario, lo que si nos muestra es la normalidad y cotidianeidad de las vidas de quienes por unos días se convirtieron en héroes, movidos por ideales de camaradería y sentimientos de amistad cada vez más difíciles de identificar en nuestro mundo; personas tan sencillas por fuera como el común de los mortales, capaces de ofrecer en un momento dado la más magistral de las lecciones de humanidad, sin que ni mucho menos estuvieran obligados a ello, y poniendo sus vidas en peligro. En varios casos, ni lo dudaron, ni lo pensaron dos veces.

Quizá el salto de temáticas en las entrevistas y testimonios de los protagonistas no ayuda a seguir el hilo con una narrativa totalmente sólida, como suele esperarse en el cine, ya sea dramatizado o documental. En cualquier caso, todos los contenidos son interesantes, tanto para aficionados al alpinismo como para –creo- cualquier persona, pues no es cine estrictamente de montaña. Se tocan los consabidos temas del mundo del alpinismo: Por qué subir, por qué jugarse la vida, etc., con las diferentes opiniones por parte de cada personaje, y con la eterna sensación de que serán preguntas nunca satisfactoriamente respondidas: hazlo y lo sabrás, pero seguirás sin saber explicarlo.

Pero yo, nuevamente, me congratulo en sentirme identificado con los temas más alejados del nivel elitista, más palpables por cualquier montañero de terrenos y experiencias alejadas de lo extremo. Otra vez vuelve a aparecer, en boca de algunos de los protagonistas, el sempiterno símbolo de la montaña como medio de evasión, de romper con la claustrofobia de los espacios urbanos, de saborear bocados de libertad, de olvidarse de medir el tiempo.

Quizá se echa de menos un poco más de protagonismo por parte del propio Iñaki Ochoa de Olza, pues fue alguien que, como también se puede comprobar en el foro de Sistema Central, tenía mucho que decir también sobre estos y muchos otros temas, relacionados con la montaña, y aplicados al mundo de los seres humanos. Ahí queda su legado, su proyecto solidario SOS Himalaya, a favor de los niños desfavorecidos de Asia. Puede que en todo lo que refleja la película se refleja a su vez el carácter vital de Iñaki, porque de hecho siempre se ha dicho que la respuesta a su situación par parte de gente como Horia Colibasanu, Ueli Steck o Alexei Bolotov es una consecuencia de lo que él había sembrado en vida con su carácter generoso. Un ejemplo de “pura vida”, lema personal de Iñaki. En cualquier caso, para indagar más en la persona, espero leer dentro de no mucho su propio libro “Bajo los cielos de Asia”.

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