domingo, 29 de septiembre de 2013

Bajo los cielos de Asia (Iñaki Ochoa de Olza)


No sé hasta qué punto la manera de escribir, especialmente en el caso de temas autobiográficos, refleja fielmente la personalidad del escritor, o bien puede ser una apariencia, en mayor o en menor medida. Lo que sí es cierto es que hay autores que hacen que la atención se centre en los hechos, y hay otros que, lo pretendan o no, provocan que el lector imagine mejor a la persona que sus vivencias.

En el segundo caso puede haber a su vez dos (entre otras) vertientes extremadamente opuestas, y de nuevo esto es independiente de la intención del escritor (aunque posiblemente en la primera haya más casos de pretensión que de desinterés): En una, el protagonista resulta ser un admirable conjunto de virtudes dignas de envidia que prácticamente le envuelven en un aura de mito o héroe; en la otra, por el contrario, nos parece la persona más cercana, sencilla y accesible del mundo, al margen de sus logros o méritos (también podría darse incluso una mezcla de ambas, pero es raro).

En el caso del alpinista Iñaki Ochoa de Olza (1967 – 2008), leer su libro “Bajo los cielos de Asia” acerca al lector más a la persona que a las experiencias, aunque sin obviar que la primera no se define sin las segundas (y menos en el mundo de la montaña), y no sólo resulta cercano y auténtico, sino que de hecho parece que te está contando sus aventuras mientras te tomas algo con él en un bar. Y, desde luego, en su caso no parece una apariencia, valga la redundancia.

El mayor valor del libro es precisamente esa sencillez, provista de una humildad que en absoluto parece falsa modestia (porque cuando considera que merece tirarse a sí mismo una flor, se la tira, muy pocas veces eso sí), y que desmitifica muchos tópicos y bonitas pero impostadas frases hechas del mundo del montañismo. Además, no sólo habla de montañas, ni siquiera las pone en el primer lugar, aunque puedan ser el motor de todo para él. O tal vez, simplemente el mejor escenario posible para el verdadero motor, que no es otro que la búsqueda de la libertad.

Así pues, lo que en manos de otros alpinistas-escritores podrían haber sido épicas aventuras, repletas de emoción y dramatismo, en el caso de Iñaki llegan a ser casi anécdotas contadas como en forma de blog. Y resultan muy accesibles y entretenidas de leer, porque te habla de los lugares, de las culturas, de los amigos, de lo cotidiano, de las decepciones, de las alegrías, de los sueños… de exactamente todo lo que muchos otros seres humanos, alpinistas o no, podrían hablarte. Y ello a pesar de que esas expediciones al Himalaya, y su actividad en las mismas, le convertían en alguien excepcional en lo suyo. Pero de la parte que otros habrían convertido en heroica, el sólo extrae sentimientos y reflexiones, lecciones aprendidas, y admiración por la belleza de los paisajes.

“Bajo los cielos de Asia” aporta emociones serenas, sin llegar a poner nudos en la garganta con la intensidad con la que por ejemplo lo hace “Cita con la cumbre” de su amigo Juanjo San Sebastián. También hace reír, porque Iñaki tenía buen sentido del humor e ironía, pero tampoco llega a provocar las carcajadas del mencionado libro. Es curioso, porque San Sebastián también resulta ser sencillo y desprovisto de ínfulas de ningún tipo, de manera que también empatizas enseguida con él, además de tener el mismo interés que Iñaki en mostrar no sólo lo que viven en las montañas, pero está claro que el libro del vasco es más potente, en todos los sentidos, que el del navarro. Sin embargo, eso dota a “Bajo los cielos de Asia” de un aire plácido y agradable que invita a leerlo una y otra vez, aunque sean pasajes repetidos. Se puede abrir por una página cualquiera, y tomar el hilo por casi cualquier parte, y resulta difícil dejarlo. Es tan fácil de leer que se podrían acabar en un par de días sus más de 300 páginas, pero al mismo tiempo apetece disfrutarlo poco a poco, para que dure mucho más.

Sobre el contenido, y sobre la persona, poco puedo decir yo que no diga el propio Iñaki en su libro. Sería como repetir lo ya escrito, de peor manera, y encima ya no sería de primera mano. Únicamente destacaría, por estar en relación con la temática habitual de este blog, el espíritu escapista de Iñaki, que con tanta claridad percibía el letargo provocado por la sociedad del bienestar material, del que despertaba a la vida en sus expediciones.

Sólo me gustaría añadir, a quienes al buscar libros de alpinismo únicamente les interesen hazañas extremas al estilo sobrecogedor de aquella recopilación de Desnivel llamada “Al límite”, que se abstengan de leer éste. Y a quienes tengan una idea algo negativa del mundo del montañismo debido a la imagen taciturna y aparentemente misantrópica que del mismo pueda dar algún popular personaje del mismo, que lean “Bajo los cielos de Asia”. O, también, “Cita con la cumbre”. Difícil encontrar más mensajes humanos positivos que los que transmiten ambos.


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